En efecto, el libro es una joya. Por un lado, se trata del diario de un explorador que documenta con sorprendente meticulosidad su travesía por la tundra rusa. Se deja rastro, entonces, de los árboles, arbustos, rios, riachuelos, animales, lluvias, noches y días que marcaron el ritmo de la expedición. De otra parte, la obra es un testimonio de la amistad verídica entre hombres provenientes de dos mundos distintos. El encuentro entre V. Arseniev y D. Uzalá es una bella muestra de la forma como los conocimientos científicos que exhibía el jefe de la patrulla -es decir, todo el saber "occidental"- resultan inservibles ante la sabiduría del guía fraguada por el continuo contacto con el escenario natural que lo rodea. ¿Quién es Dersú Uzala?
¿Quién es Dersú Uzalá
En primer lugar me interesa hablar del hombre. Y lo que inmediatamente se destaca es su agudo sentido de observación. Dersú conoce la naturaleza, no por lo que se diga de ella en unos libros que no ha leído ni le interesan, sino por las propias señales que ha aprendido a identificar en el camino. Una forma de mirar que para él es innata y que echa de menos en sus compañeros de viaje. Cierto dia, luego de cruzar un río, Arseniev cuenta lo siguiente:
Al salir a la orilla, comencé a vestirme apresuradamente, pero Chan Lin dijo queese día ya no atravezaríamos más y que nos quedaríamos a pasar la noche en aquel lugar.Igualmente llama la atencíón la manera como Dersú se relaciona con todo lo que lo rodea -plantas, animales o piedras-. Una manera de ser que el mismo Arseniev notaría: "Con todo su antropomorfismo, Dersú tenía razón y juzgaba las cosas tal y como en realidad eran". Una noche, cuando la marcha había llegado a su fin y el grupo se aprestaba a armar el campamento, se cuenta la siguiente anécdota:
En la orilla había rastros de una hoguera. Ceniza, ascuas y tizones negros es todo lo que yo pude reparar, pero Dersú vio más cosas. Ante todo notó que el fuego había sido prendido en el mismo sitio muchas veces, lo cual significaba que en ese lugar se había vadeado el río constantemente. Después el gold dijo que la última vez, hacía tres días, solo una persona había pasado la noche allí. Se trataba de un viejo chino, un cazador profesional que no durmió en toda la noche y que por la mañana no se decidió a cruzar el río y dio media vuelta. Que allí hubiera pernoctado un hombre supuestamente se podía averiguar por la única huella que había en la arena. Que no había dormido era evidente dada la ausencia de un lecho junto al fuego. Que se trataba de un cazador profesional Dersú lo dedujo por un palo de madera mellado de los que normalmente se utilizan para tender trampas a pequeños animales cuadrúpedos. Que se trataba de un chino lo supo por los uli [calzado típico de ese pueblo] y por la manera de montar el vivac [choza para guarecerse de la lluvia]. Todo era comprensible. Pero ¿cómo supo Dersú que se trataba de un viejo? Al no hallar respuesta le pedí que me lo explicara.
-¿Cómo tú, tantos años va en las colinas, comprendes nada? -me contestó a su vez con una pregunta.
Y recogió del suelo los uli. Eran viejos, remendados en muchas ocasiones y con muchos agujeros. Para mí sólo estaba claro que el chino los había tirado por estar inservibles y que había dado media vuelta.
-¿Es posible no entiende nada? -dijo Dersú, que continuaba asombrándose-. El joven primero tiende la punta y el viejo plata el pie.
¡Qué sencillo era! En realidad basta con observar el modo de caminar de un hombre de un hombre joven y uno viejo para ver que el primero camina con facilidad, casi en puntillas, mientras que el segundo apoya toda la planta del pie y presiona más con el talón
Comencé a preguntarle cuando levantábamos el campamento. Al principio Dersú eludía responder y yo ya estaba perdiendo la esperanza de saber algo más de su posición. Pero una de mis palabras sirvió de estímulo. Hablé de una "sombra" y justo di en el clavo. Sin embargo, la palabra "sombra" Dersú la entendió en el sentido de una sombra astral, de un alma, tras lo cual se puso a explicarme el fenómeno de los espejismos de modo muy complicado. Según su idea, no sólo las personas, fieras, aves, peces e insectos poseen alma y sombra (jania). Las plantas, las piedras, y , en general, todos los objetos inanimados también las tienen.De otra parte, resulta sorprendente el significado que la naturaleza tiene para Dersú. Una visión tanto más llamativa si se tiene en cuenta que apenas empezaba a correr el Siglo XX. Y resulta llamativa, se dice, porque interpela directamente la visión contemporánea que se tiene sobre el medio ambiente. Para Dersú es vital establecer un equilibrio natural en donde la caza, la pesca, la obtención de madera, etc., están estrictamente ligadas a la conservación de la existencia. En una de las acostumbradas charlas nocturnas entre Arseniev y Dersú se cuenta lo siguiente:
-Gente duerme -decía Dersú-, jania camina. Jania atrás camina, gente despertó.
El alma abandona el cuerpo, peregina y ve muchas cosas cuando la persona duerme. Los sueños se explican así. El alma de los objetos inanimados también puede abandonar su materia. Desde el punto de vista de Dersú, el espejismo que habíamos visto era la sombra (jania) de tres objetos que en ese momento se encontraban en estado de reposo, Un hombre tan primitivo y que personificaba la naturaleza se explicaba de manera sencilla un fenómeno óptico tan complicado como los espejismos.
Por la noche, después de cenar, fui a ver qué hacía. Dersú estaba sentado, acurrucado, fumando una pipa. Me pareció que estaba tan cómodo que no pude privarme del placer de entrar en calor junto al fuego y conversar con él en torno a una jarrita de té.Algunos comentaristas del relato de Arseniev suelen interpretar su encuentro con Dersú como el cruce de caminos entre un hombre civilizado y un buen salvaje. Por esta vía se destaca de qué manera el conocimiento científico del capitán toma forma gracias a la guía del hombre primitivo. Este tipo de explicaciones, admisibles para el crítico literario, son simplistas, pues parten de una visión sobre el conocimiento que privilegia ciertas formas culturales por encima de otras. Sin duda, a esta altura vale la pena preguntarse qué es conocer y quién es el que conoce. Se trata, desde luego, de preguntas ambiciosas que no es posible contestar en el poco espacio del que se dispone. No obstante, es posible trazar el camino hacia respuestas tentativas. Este intento servirá para entender, en términos mucho más sugestivos, la distancia que va del explorador ruso al cazador gold.
-Dersú -le dije- te echaba de menos. En cuanto no estás, siento que me falta algo.
-Gracias, capitán -respondió con una sonrisa-. ¡Gracias! Mía también así. Tí el cerro solo va, mía tiene mucho miedo.
Se echó a un lado y tomé asiento junto a él. Le pregunté por qué no le gustaban los coreanos. Dersú se puso a recordar los días de su niñez, cuando, aparte golds y udejéis, no conocía a otras personas. Entonces aparecieron los chinos y después los rusos. La vida se hizo cada año más y más difícil. Luego llegaron los coreanos y los bosques empezaron a arder, las martas cebellinas a alejarse y comenzó a haber menos animales de todo tipo. Y, ahora, en la costa incluso aparecían japoneses. ¿Cómo poder seguir viviendo?
Dersú quedó en silencio y pensativo. El lejano pasado revivía ante él y el gold se sumió en esos recuerdos. Yo también me quedé meditabundo. En efecto, el territorio de Primorie se estaba colonizando rápidamente. Ya está cercano el día en que de la primitiva y virgen taiga no quedará ni rastro. Los animales también desaparecerán.
Permanecimos sentados en silencio, cada uno pensando a su manera en las mismas cosas.
-¿Cómo poder seguir viviendo? -dijo de pronto Dersú y suspiró profundamente.
-No te preocupes viejo -le contesté-. Para lo que nos queda de vida, nos alcanza.
La clave para entender lo que sabe Dersú: la cognición fundamentada
El punto de partida parece simple pero es fundamental para entender lo que sigue. Los seres humanos son seres culturales por naturaleza. Su conocimiento, en consecuencia, está atado a las condiciones en las que viven y, por lo tanto, su procesos cognitivos dependen del medio ambiente en el que habitan. Esta proposición bien puede servir para entender el propósito de L.W. Barselau (2007) en la exposición que hace su artículo Grounded Cognition. Para Barselau, uno de los defectos de las teorías tradicionales sobre la cognición es que asumen que el conocimiento reside en un sistema de memoria semántica que está separado de los sistemas modales que existen en el cerebro y se encargan de la percepción (e.g., la visión y la audición), la acción (e.g., el movimiento y la propriocepción), y la introspección (e.g., los estados mentales y el afecto). De acuerdo con las teorías estándard, continúa el autor, las representaciones que tienen lugar en los sistemas modales se traducen en símbolos amodales que representan el conocimiento sobre la experiencia como parte de la memoria semántica. Una vez se crea dicho conocimiento, este se encarga de servir de soporte a un espectro de procesos cognitivos que vinculan la percepción al pensamiento.
Frente a esta forma de ver las cosas, Barsalou contrapone las teorías fundamentadas (grounded theories). En términos generales, estas teorías rechazan la visión estándar, según la cual, una serie de símbolos amodales, almacenados en la memoria semántica, representan el conocimiento. Desde la perspectiva de la cognición fundamentada, es poco probable que el cerebro acumule símbolos amodales. Si esto fuese así, dichos símbolos trabajan junto a representaciones modales para dar logar a la cognición.
Ahora bien: la mayoría de explicaciones relacionadas con la cognición fundamentada se concentran en el rol que tiene la simulación en la cognición. La simulación es la re-presentación de estados perceptuales, motores e introspectivos adquiridos durantes las experiencias que tiene el ser humano con el mundo en el que vive, con su cuerpo y con su mente. Para Barselau este concepto es fundamental en la medida en que a partir de dichas experiencias el cerebro captura diferentes estados a lo largo de los sistemas de percepción, de acción y de introspección que luego integra en una representación multimodal que luego almacena en la memoria. Este proceso de captura y almacenamiento multimodal es lo que se designa como conocimiento.
Luego, cuando se necesita el conocimiento para representar una categoría (el ejemplo de categoría que utiliza Barsalou es el de una silla), se echa mano de las representaciones multimodales capturadas durante experiencias anteriores que tienen relación con esa misma categoría (es decir, experiencias anteriores con sillas). Así, la percepción, la acción y la introspección se reactivan para simular el tipo de asociaciones que se han almacenado en el cerebro en ocasiones anteriores. La cognición fundamentada descansa, entonces, en la existencia de un conjunto de mecanismos de simulación que comparten un sistema representacional común y sustentan el espectro de actividades cognitivas que tiene el ser humano.
La presencia de distintos sistemas de simulación a lo largo de diversos procesos cognitivos sugiere que distintos sistemas de simulación configuaran una forma de computación de información en el cerebro. Si ese el caso, las imágenes mentales que se almacenan y se reusan en experiencias futuras constituyen la mejor manera conocida hasta ahora de percibir los mecanismos de simulación. Sobre este particular Barselau señala que mientras las imagenas mentales son el resultado de intentos deliberados para construir representaciones conscientes que se depositan en la memoria de trabajo, otras formas de simulación parecen activarse automáticamente e incoscientemente por fuera de la memoria de trabajo.
Otras formas de describir la cognición fundamentada se centran en la acción situada, la interacción social y el medio ambiente. Dede esta perspectiva, el sistema cognitivo ha evolucionado como una forma de sustentar acciones en situaciones específicas. Este tipo de explicaciones se fundan, entonces, en las interacciónes entre la percepción, la acción, el cuerpo, el medio ambiente y los miembros de una sociedad. En estos casos, las interacciones tiene el propósito de alcanzar objetivos muy concretos.
Creo que concebir la cognición en términos de simulaciones fundamentadas que sirven de base de la percepción, la acción y la introspección abre una puerta para entender la diferencia entre el conocimiento de V. Arseniev y el de su guía Dersú Uzalá. De lo que se trata, básicamente, es de saber reconocer las acciones situadas y el medio ambiente dentro del cual se desarrollan los procesos cognitivos de cada sujeto. Algo así como señalar que el conocimiento está directamente relacionado con el tipo de experiencias vividas por el individuo. En este caso, no cuesta trabajo aceptar que el medio ambiente en el que se desarrolla un explorador ruso de principios del Siglo XX es radicalmente distinto al de un aborigen de la tundra durante esa misma época. Cada contexto se encarga de moldear los mecanismos cognitivos propios para afrontar uno y otro caso.
Casos empíricos
Llegado este punto, es adecuado citar algunos ejemplos de la manera como la cognición se fundamenta en la acción, en el cuerpo, en el ambiente, etc. El propósito de estas referencias es contextualizar el tipo de conocimiento desarrollado por Dersú. En su caso, como el de cualquier otra persona, lo que se aprende y se sabe es el resultado de un proceso de cognición situada que implica que las capacidades que el gold desarrolló están esencialmente unidas al ambiente en el que vive. Así, aunque es Arseniev es quien se encarga de escribir un diario de campo y nombrar cada una de las plantas y animales que ve, de acuerdo con las convenciones que maneja, se puede decir que quien realmente conoce la naturaleza es su guía. La exposición que se hace a continuación tiene carácter puramente ilustrativo y, por lo tanto, debe tomarse como una invitación a serguir explorando diferentes asuntos relacionados con la cognición fundamentada.
1. Teorías de la acción situada
De acuerdo con Gibson (1979, citado por Barselau) las teorías de la acción situada proponen que el ambiente juega un rol central en la modelación de los mecanismos de cognición. Tales teorías, además, conjugan los sistemas de percepción y acción cuando se quiere alcanzar un objetivo concreto. Lo anterior quiere decir que la obtención de un logro depende de la manera como la percepción impulsa la acción en una situación determinada. De acuerdo con esta perspectiva, añade Barselau, las representaciones no existen en el cerebro. Antes bien, debe reiterarse, lo que ocurre es que múltiples sistemas se encargan de implementar la percepción, la acción y la introspección.
Posiblemente no hay un ejemplo más revelador de la manera como el ambiente modela la cognición que el pasaje en el que Dersú Uzalá, acongojado por la súbita disminución de su visión, decide aceptar la invitación de Arseniev de irse a vivir con él a la ciudad de Korfovskaya. Allí el gold se enfrenta a un ambiente que no comprende y en el que sus conocimientos no sirven de nada. En la siguiente cita se expresa con claridad la manera la permanencia de Dersú en la ciudad suponía desaprender su propio estilo de vida y plegarse a las nuevas condiciones que rigen la conducta, y la forma de pensar y actuar de los lugareños.
-¿Adónde vas? -le pregunté.2. Inferencia perceptual
-A disparar -respondió con sencillez.
Tras advertir la sorpresa en mis ojos, empezó a decir que se había acumulado mucha suciedad en el cañón. Al disparar, la bala pasaría por las estrías, limpiándolas. Después sólo habría que pasar un trapo.
La prohibición de disparar en la ciudad supuso para Dersú una desagradable sorpresa. Dio unas vueltas al rifle con la mano, y tras emitir un suspiro, lo puso en el rincón. Por alguna razón, esta circunstancia lo inquietaba de manera muy especial.
Al día siguiente, al pasar por la habitación de Dersú, vi que su puerta estaba entornada. Se me ocurrió entrar sin hacer ruido. Dersú estaba de pie junto a la ventana, diciendo algo a sí mismo a media voz. Se ha observado que las personas que pasan mucho tiempo solas en la taiga se acostumbran a expresar sus pensamientos en voz alta.
-¡Dersú! -lo llamé.
El gold se giró. En su rostro fulguraba una amarga sonrisa maliciosa.
-¿Qué te pasa? -le pregunté, dirigiéndome a él.
-Así -contestó-. Mía aquí sienta igual que pato. ¿Cómo puede la gente sentarse en cajón? -dijo señalando al techo y las paredes de la habitación-. Gente tiene constantemente marcha a las colinas, dispara.
Dersú calló, se giró hacia la ventana y volvió a mirar a la calle. Añoraba su libertad perdida. "No pasa nada -me dije- Se habituará a esta casa".
Un día hubo de hacer una pequeña obra en su cuarto: arreglar la estufa y blanquear las paredes. Le dije que se instalara un par de días en mi despacho, y que luego, cuando la habitación estuviera lista, regresara a ella.
-No importa capitán -me dijo-. Mía puede en calle duerme. Hace tienda, prende fuego, no molesta.
Todo le parecía tan sencillo que me costó mucho trabajo disuadirlo de tal fantasía. No se ofendió pero le disgustaba que en la ciudad hubiera tantas estrecheces: no se podía disparar porque se molestaba a los transeúntes.
Un día Dersú se vino a comprar leña. Le sorprendió que yo pagara dinero por ella.
-¡Cómo! -exclamó. En el bosque hay mucha. ¿Por qué en vano dinero da?
Riñó al empresario, le llamó "mala gente" y trató por todos los medios de convencerme de que me habían engañado. Intenté explicarle que se pagaba dinero no tanto por la leña como por el trabajo. Pero fue en vano. Dersú no pudo tranquilizarse durante un buen rato y aquella noche no accedió a la estufa. Al día siguiente, para no incurrir en gastos, él mismo marchó al bosque a por leña. Lo detuvieron y levantaron acta. Dersú pretestó a su manera y armó alboroto. Entonces lo llevaron a la Dirección de Policía. Cuando me informaron de lo sucedido por teléfono, traté de arreglar las cosas.
Por mucho que le expliqué después por qué no se podía cortar los árboles de alrededor de la ciudad, Dersú siguió sin entenderlo.
Aquel suceso le produjo una fuerte impresión. Entendía que en la ciudad había que vivir no como él quisiera, sino como querían los demás. Los extraños lo rodeaban por todas partes, cohibiéndolo a cada paso. El viejo comenzó a quedarse pensativo, a aislarse. Se enflaqueció y asesinó. Incluso parecía mayor.
El proceso de simulación, central para la cognición fundamentada, juega varios roles en la percepción. La forma como se articulan diferentes estados perceptuales se almacena en la memoria. Ante el surgimiento de estímulos similares, que se perciben posteriormente, se las memorias almacenadas se desencadenan simulando los estados perceptuales que son apropiados al nuevo estímulo. Goldstone (1995, citado por Barselau), por ejemplo, le enseñó a varias personas un mecanismo de asociación simple entre una forma (e.g., un cuadrado) y un color (e.g., rojo oscuro). Más tarde se mostró una forma coloreada al mismo grupo de personas (e.g., un cuadrado rojo) y se les pidió reproducir su color. La imagen de dicho color fue distorsionada para hacerlo coincidir con la gama de rojo presentada con anterioridad (i.e., el rojo oscuro). Esta situación se explica porque al percibir la forma de un objeto se activa una simulación de su color prototípico (que en el caso del experimento anterior es el rojo oscuro).
Este es, precisamente, el tipo de asociaciones que hace Dersú al contemplar el cielo. Para él todas las luces en el cielo son estrellas. Ante la ocurrencia de un fenómeno estelar novedoso, el nativo acude a las simulaciones cognitivas que ha guardado en su memoria y los interpreta –así en realidad se trate de otra cosa- en términos de los diferentes estados por los que puede pasar una estrella. Tal circunstancia es anotada por Arseniev en los siguientes términos:
Conversamos. Hablamos del cielo, de la luna y de las estrellas. Tenía interés por saber cómo explicaba todos los fenómenos celestes un hombre que había pasado toda su vida en la naturaleza, un hombre cuya mente no había sido llenada de los axiomas de los libros.La percepción del movimiento también muestra un caso de simulación igualmente interesante a la del color. En estos eventos, la simulación motora va más allá de la situación concreta que se contempla. Frente al movimiento continuo, por ejemplo, los observadores simulan la trayectoria probable de un objeto más allá de su trayectoria real, anticipando, así, el movimiento del objeto. Esta distorsión, como ya se ha dicho, es producto de experiencias anteriores relacionadas con el movimiento de las cosas. Así, saber si un objeto se mueve rápida o lentamente afecta la velocidad percibida de esas trayectorias simuladas (e.g., Reed & Vinson 1996, citados por Barsalou). Este tipo de conocimiento resulta esencial para una actividad como la caza; algo en lo que Dersú posee una maestría innata en nada comparable a las destrezas de los fusileros que hacían parte de la expedición de Arseniev. En uno de los apartes más evocadores del libro se cuenta lo siguiente:
Resultó que Dersú nunca se había puesto a pensar qué es el cielo y qué son las estrellas. Lo explicaba todo de una manera sorprendentemente sencilla. La estrella, estrella es. La luna todo el mundo la ha visto, lo cual significa que no hay nada que describir. El cielo es azul de día, oscuro de noche y tétrico cuando hace mal tiempo. Dersú de asombraba de que lo interrogara sobre semejantes cosas, las cuales conocía cualquier niño.
-Gente entiende todo. ¿Es que tú, capitán, ves nada? –me preguntó a su vez.
Me atraía tanto la contemplación del cielo estrellado que me olvidé completamente de dónde me encontraba. Entonces la voz de Dersú me sacó de repente de mi estado de ensueño.
-Mira, capitán –dijo-, es una uikta (estrella) pequeña.
Durante un buen rato no comprendí cuál era el astro que me estaba indicando. Finalmente, tras oír sus explicaciones, entendí que hablaba de la estrella Polar.
-Es la gente más importante –continuó hablando el gold-. Está siempre en mismo lugar, todas las uiktas van alrededor.
En ese instante una brillante estrella fugaz cruzó el firmamento.
-¿Qué es eso Dersú? ¿Qué crees? –le pregunté.
-Una uikta ha caído.
-La gente china –añadió- allí, donde cayó la estrella, hay que buscar gingseng.
Para un hombre instruido el fenómeno es complicado: un troza de un asteroide que ha entrado casualmente en la esfera de la atracción terrestre, que está candente debido a la fricción con el aire y que arde a cuenta del oxígeno, un hierro meteórico, polvo cósmico… Su caída a la Tierra durante muchos siglos tuvo que influir en el volumen, peso y densidad del planeta. El menor cambio en esta dirección conlleva cambios en su movimiento y queda reflejado en el movimiento de otros planetas y etcétera.
Transcurridos unos días, practicamos el tiro con los rifles. Se repartieron cartuchos a la gente y se fijó un blanco al que disparar desde un punto de apoyo. Al término de la corrección de tiro, los soldados empezaron a pedir permiso para abrir fuego de francotirador. Dispararon a una botella, a una mancha blanca en un árbol y luego a una piedra redonda colocada encima de un peñasco. De pronto un somormujo salió de alguna parte. Sin prestar atención a los tiros, el pato se echó al agua cerca de la orilla. Zajarov y Sabítov lo apuntaron y, dado que los dos querían disparar primero, ambos se sulfuraron, se inquietaron y acabaron por estorbarse el uno al otro. Dispararon casi al mismo tiempo. Un tiro resultó corto y la otra bala hizo y la otra bala hizo salpicar el agua lejos del pato. El ave, asustada, se zambulló en el agua. Volvió a subir a la superficie pero ya lejos de la orilla. Entonces le disparó Zajarov, pero tampoco acertó; la bala dio en el agua bastante lejos de allí El pato se sumergió otra vez. Los soldados dejaron de disparar a la diana y, alineándose en fila junto a la orilla, abrieron fuego intenso contra el ave que escapaba. Cuanto más se acaloraban, más lejos ahuyentaban el pato. Según mi parecer, este debía hallarse ya a unos trescientos pasos, si no más. En ese momento, Dersú regresó al vivac. De una ojeada comprendí que estaba un poco chispo. Su rostro dibujaba una sonrisa. Al aproximarse a las tiendas de campaña, se detuvo y protegiendo sus ojos del sol con una mano, se puso a mirar contra qué disparaban los soldados.3. Coordinación de la percepción y la acción
En ese instante disparó Kalinovski. La bala se quedó tan corta que ni siquiera asustó al ave. Tras enterarse de que los fusileros no habían podido darle al pato ni siquiera cuando estaba cerca, se aproximó a ellos y, riéndose, les dijo:
-Vuestra disparasteis bien. Ahora mía quiere echar al pato.
Tras decir estas palabras, alzó con rapidez su rifle y, casi sin apuntar, disparó. Inmediatamente todos dejaron escapar un grito de admiración. La bala había dado justo debajo del pato, de manera que el agua lo salpicó. El animal se asustó tanto que con un graznido salió de allí a escape. Tras alejarse con un pequeño vuelo, se sumergió en el agua. Al cabo de unos minutos salió a la superficie pero ya mucho más lejos. Con sorprendente velocidad, Dersú se echó de nuevo la escopeta a la cara y volvió a disparar. Si el pato no hubiera levantado vuelo, es de suponer que la bala le habría dado. El ave voló muy lejos, apenas se la podía distinguir a simple vista. Cogimos los prismáticos. Dersú se rió y bromeó un poco con los soldados. Dimitri Djiakov, que se consideraba un buen fusilero, se dispuso a probar que los disparos de Dersú habían sido casuales y que él no tiraba peor que el gold. Los compañeros le propusieron que demostrara su arte. Djiakov se puso de rodillas y estuvo durante un buen rato acomodándose y apuntando. Finalmente apretó el gatillo. La bala rebotó muy por delante del pato, que volvió a sumergirse, aunque enseguida emergió a la superficie. Entonces Dersú alzó lentamente su fusil, apunto y disparó. Vi con los prismáticos cómo la bala volvió a salpicar el agua justo debajo del pato. Probablemente semejante competición de tiro aún habría durado mucho rato de no ser porque el propio pato puso fin a ella saliendo del agua y volando hacia mar abierto.
La percepción visual de objetos activa simulaciones de acciones o comportamientos posibles. En esta materia, Tucker y Ellis (1998, citado por Barselau), señalan que la percepción de la manera como se manipula un pocillo activa la simulación que corresponde a la acción de asir una taza. Por lo tanto, y de manera inadvertida, se afectan las respuestas motoras en otras conductas que no están directamente relacionadas con la experiencia previa. Por ejemplo: la simulación asociada con la taza puede activarse luego cuando se quiere levantar un martillo o una uva. Las reglas sobre cómo asir las cosas según las características de cada objeto se convierten, así, en parte de la memoria basada en la experiencia del sujeto.
En el mundo natural desarrollar la coordinación entre la percepción y la acción resulta esencial cuando se trata de proteger la vida o procurar los medios para sobrevivir. En estos casos, en la memoria se guardan las simulaciones cognitivas y motoras que se activan, por ejemplo, ante la presencia de un animal peligroso que anuncia un ataque o reclama la posesión de una presa. Cada vez que ocurra un encuentro de este tipo, la persona hace uso de estas simulaciones para salir indemne. Este tipo de conocimiento, una y otra vez repetido, le permitía a Dersú defenderse ante la presencia de osos o tigres a los que aprendió a ahuyentar para protegerse a sí mismo sin necesidad de causarles daño. Una reacción instantánea y efectiva que mantenía el equilibrio natural. Dos pasajes ilustran bien estos eventos.
Me senté a descansar cerca de un pequeño valle, mientras Dersú se cambiaba las botas. De pronto unos extraños sonidos llegaron hasta nosotros. Ora parecían aullidos, ora alaridos, ora gruñidos. Dersú me agarró de la manga, aguzó el oído y dijo:Asustar para no matar, parece ser el principio motor que se propone aquí. Un principio que muy poco tiempo después se reactiva ante la amenazadora presencia de un tigre:
-¡Un oso!
Nos levantamos y, sin hacer ruido, seguimos adelante. Pronto vimos al culpable de tal ruido. Un oso de tamaño medio retozaba junto a un gran tilo. El árbol había crecido muy pegado a un peñasco y tenía una muesca hecha con un hacha en su parte frontal, lo cual indicaba que alguien había encontrado un enjambre antes que nosotros y antes que el oso.
Enseguida comprendí qué pasaba: el oso había sacado la miel. Se había alzado sobre sus patas traseras y se había estirado hasta alcanzarla. Unas piedras le impedían meter la zarpa en el hueco. Pero el oso era paciente. Gruñó y sacudió el árbol con todas sus fuerzas. Las abejas se arremolinaron a su alrededor y le picaron la cabeza. El animal se restregó el hocico con las zarpas, aulló con voz aguda, se revolcó por el suelo y luego volvió a emplearse en la misma faena. Sus astucias resultaban muy cómicas. Finalmente quedó fatigado, se sentó en la tierra como si fuera una persona y, con la boca abierta, se pusa a irar el árbol, al parecer cavilando. Permaneció sentado de esa guisa unos dos minutos. Después, de repente, se levantó, se acercó rápidamente al tilo y trepó hasta su copa. Encaramado allí se abrió paso entre el peñasco y el árbol y el árbol y, apoyando sus patas traseras y del anteras en las piedras, comenzó a apretar con fuerza el lomo contra el árbol que cedió un poco. Pero, de ese modo, el oso se hizo daño en el lomo. Entonces, varió la posición y, apoyando las posaderas en la roca, se puso a presionar el árbol con las patas. El tilo comenzó a crujir y cayó al suelo.
Era lo que quería el oso. Ya sólo quedaba examinar la albura y sacar el panal.
-Él es gente muy astuta –dijo Dersú-. Hay que perseguir, si no pronto como toda la miel.
Tras decir estas palabras, Dersú exclamó
El oso se giró. Al vernos, echó a correr y rápidamente desapareció tras el peñasco.
-Hay que asustar –dijo Dersú y efectuó un disparo al aire.
Nadie caza especialmente gatos salvajes; es algo casual. Los lugareños chinos hacen con su piel cuellos y gorros de invierno.Agenda de investigación
En el territorio Ussuri el gato salvaje habita por todaspartes pero sobre todo cerca de Vladivostok, en la isla Russki.
Tras recoger mi trofeo , regresé al vivac. Todos estaban recogidos: las tiendas montadas, las hogueras ardiendo, y la cena preparándose. Pronto regresó también Dersú quien informó que había visto varias huellas frescas de tigre, algunas cerca de nuestro campamento.
Cesó de llover sobre las ocho de la tarde, aunque el celo seguió encapotado. Dersú se ofreció para hacer guardia hasta media noche. Iba calzado con botas de piel de reno, removió el fuego y, tras ponerse de espaldas a la hoguera, comenzó a su manera a gritar alguna cosa al bosque.
-¿A quién gritas? ¿Con quién hablas? –le preguntaron los fusileros.
-A amba [tigra en lengua de Dersú] –contestó. Mía le dice: en vivac muchos soldados hay. Los soldados dispara, entonces mía no culpable.
Y de nuevo se puso a gritar en voz alta y de manera prolongada: “A-ta-ta ay”. El eco repetía sus palabras como si alguien lo llamara en el bosque, repitiendo con voces diferentes la última sílaba: “Ay”. Los gritos se iban más y más lejos, extinguiéndose en la lejanía.
Los comentarios que he presentado se fundamentan en una prolífica línea de investigación que pone en dúda la existencia de símbolos amodales que representan la percepción la acción o la introspección. El ejemplo de Dersú Uzalá -una historia verídica- sirve como un escenario de discusión acerca del significado del conocimiento y la manera como este se construye dentro de un medio ambiente y una cultura particulares. ¿Quién conoce bien la tundra? ¿El joven explorador ruso? ¿El guía gold?
Al final de la travesía, Arseniev reconoce el contraste entre el mundo de Dersú y su propio mundo. Allí añora la posibilidad de un cambio fácil rápido de un contexto a otro. Una tarea imposible:
La belleza de la vida consiste en los fuertes contrastes. ¡Qué agradable sería salir de una yurta [choza en el lenguaje de Dersú] udejey directamente a una rica casa de ciudad! Por desgracia, este paso es gradual; primero una yurta, luego una fansá [refugio de caza] china, después una isba campesina y, por último, la ciudad.Referencias:
¡Con qué gusto iba a beberme un buen té en vaso tras tomarlo largamente de tableta en una jarrita con gustillo a humo! ¡Con quépalcer iba a ir a la peluquería, a bañarme después de tumbarmeen una cama limpia con una almohada blandita!
Vladimír Arséniev, Dersú Uzalá. Ediciones Akal, 2011.
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